Los conceptos "ritual" (o rituales) y sexo siempre han estado fuertemente vinculados y, por desgracia, generalmente el tema ha conllevado connotaciones negativas, principalmente en la antigüedad.

En muchos pueblos antiguos, principalmente los fenicios, con su prostitución sagrada, y más tarde los griegos y romanos, se practicaba el sexo en rituales y, siguiendo esta costumbre, las mujeres seguidoras de la brujería, también lo hacían; es importante decir que dicha costumbre no estaba mal vista en su momento ya que no se realizaba de forma impudente sino porque, aunque los ritos religiosos cambiaban según las circunstancias y necesidades de la gente, el propósito siempre era el de potenciar la fuerza creadora y la fertilidad, tanto a nivel de la agricultura y la ganadería como de procreación humana.

Fueron los sacerdotes quienes, por primera vez, relacionaron religión con moral, hecho que acabó por atribuir el calificativo de “inmoral” a todo aquel y aquella que, siguiendo unas normas religiosas, practicaba sexo en los rituales.

Para conocer el origen de dichas prácticas debemos retroceder hasta tiempos remotos cuando el hombre aun no tenía conocimiento alguno sobre los cuidados necesarios para cultivar plantas y, como consecuencia de esta ignorancia, creía en la realización de rituales con la finalidad de que los vegetales dieran fruto.

Los ritos practicados se hacían en honor a la madre naturaleza y, en ellos, se realizaban todo tipo de prácticas sexuales que, actualmente, serían consideradas como orgías. Dichos actos se practicaban en diversas zonas y aunque podían variar de fecha, siempre coincidían con la primavera y el otoño, factor que dio paso a que, aun hoy, dos de los días más importantes para el calendario cristiano sean el primer día de mayo y de noviembre, festividades que, dependiendo del lugar, cambian de nombre (especialmente la última) pero tienen un mismo significado.

Cabe destacar, también, que una de las principales características de la brujería antigua era el desnudo. Las brujas asistentes a los sabbats acudían, a menudo, descubiertas. Esta costumbre tiene su origen en viejas religiones; los judíos, por ejemplo, ya danzaban sin ningún tipo de prenda alrededor del Becerro de Oro (representación del Dios egipcio Apis), rememorándolo como símbolo sexual de la fecundidad de Egipto.

Pero hemos visto a lo largo de este libro que el concepto brujería ha evolucionado y que la bruja moderna, aunque comparta ciertas características, sobre todo filosóficas, con las brujas de antaño, no imita todas sus prácticas. Lo mismo pasa con los ritos y el sexo.

¿Significa eso que ningún ritual actual implica prácticas sexuales? No, eso es imposible afirmarlo. Toda la vida se han realizado y se realizarán muchos tipos de rituales que, cada participante, vive y practica de forma distinta.

Las costumbres ritualista son muy diferentes en los grupos brujeriles, y normalmente las nuevas brujas las adoptan de aquellas que han sido sus maestras. Así, al igual que hay personas que antes de realizar un ritual frotan todos sus chacras con aceite de mandrágora, o se auto-imponen el asistir al rito en ayudas, hay personas, brujas y brujos, que siguen considerando el sexo en rituales como parte fundamental del rito, y no por ello las connotaciones deben ser negativas.